lunes, 22 de agosto de 2011

MINISTERIO DE DESARROLLO E INCLUSIÓN SOCIAL. Aportes a la propuesta del Poder Ejecutivo.

El Consejo de Ministros hace pocos días acaba de aprobar el proyecto de creación del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS) y del Sistema Nacional de Desarrollo e Inclusión Social (SINADIS), decisión que saludamos y respaldamos, plenamente satisfechos por haber impulsado este cambio en la estrategia de la política social y la modernización del Estado peruano, desde hace tiempo atrás.

Por otro lado, habiendo tomado conocimiento de los aspectos centrales de la propuesta formulada, considero necesario hacer algunos comentarios.

1° Debo resaltar que el concepto de Desarrollo al que apela el nuevo ministerio es el de Desarrollo Social. Hecho que ubica con exactitud el propósito que ha de tener el nuevo sector. Sin embargo, el concepto que se propone de Desarrollo Social es sumamente limitado, ciñéndose a la perspectiva estática del mismo: bienestar y desarrollo humano, contrario a la perspectiva dinámica y realmente social, de liberación de capacidades, individuales y colectivas, de la sociedad para lograr los objetivos que ella se plantee. La propuesta del proyecto es estática porque restringe los objetivos a una situación específica; en tanto que la segunda es dinámica, porque pone en condiciones a la sociedad para asumir retos permanentes, como son los de la evolución de la sociedad humana.

2° A partir de la concepción del Desarrollo Social utilizada, se desprenden las limitaciones del diseño del Ministerio. Se le pone como tarea la de “reducir la pobreza, las desigualdades, vulnerabilidades y riesgos sociales”. Ésta es también una concepción tradicional en la política social, que tiene como característica el concebir la política social como elemento paliativo y secundario de la política nacional. Atender a los marginados, como si la marginación y el estancamiento social fuera un problema menor y no, lo que es, un efecto de las dificultades estructurales de la organización y funcionamiento de la sociedad.

3° Una perspectiva de transformación social, considera a los problemas sociales como parte de un todo. La pobreza, la violencia, la criminalidad, la corrupción, la drogadicción, el pandillaje, son la expresión de una sociedad enferma. Todos ellos son problemas sociales y de una u otra manera su tratamiento es parte de los objetivos de los organismos sociales del Estado. Sin embargo, cada sector formula sus propias políticas, objetivos y metas, divorciadamente unos de otros. El caso palmario del fracaso del Estado en atender los problemas sociales está en el aumento de la delincuencia, muy a pesar del mejoramiento del bienestar en las ciudades. Y es que, como los especialistas reconocen, el problema de la delincuencia no es un tema que se resuelva solamente con medidas represivas y punitivas.

4° Las limitaciones en el enfoque se reflejan en la propuesta de estructura realizada. La acción del Sistema, como del Ministerio, se restringen realmente a la inclusión social y no al impulso integral del desarrollo. Los límites son evidentes cuando solamente se plantea extender los beneficios del crecimiento económico vía la generación de ingresos, sin dar la debida proporcionalidad a la labor de promoción y organización social, base de toda política del desarrollo. Quisiera citar por ejemplo el rol de la ética en el desarrollo. En sociedades como la nuestra donde se ha pretendido imponer el modelo de la “sociedad de mercado”, es imprescindible recuperar los viejos valores de nuestra cultura andina. Ese es el substrato de todo proceso de desarrollo. Sin embargo no se aprecia nada que vaya en esa dirección en el proyecto.

5° Estas no son sino un conjunto pequeño de observaciones al modelo global de formulación del proyecto de ministerio y de sistema. Debo reiterar mi absoluta convicción en lo atinado de la medida de constituir un nuevo ministerio con la rectoría efectiva en lo social, que debe expresarse en la constitución del SINADIS. Debo manifestar, sin embargo, que el diseño debe ser replanteado para corresponder a los objetivos de la transformación y superación real de los problemas sociales. La estructura presentada no asegura nada de ello, por una razón sencilla, no opera sobre el conjunto de factores que originan los problemas sociales. Con el agravante de ofrecer a la opinión pública la solución de los mismos.

6° Diseñar el ministerio y el sistema de desarrollo e inclusión social, lo que más exige es la necesidad de encontrar los aspectos centrales y multicausales de los problemas sociales, los cuales deben ser afrontados por medio de Políticas y Planes Nacionales, como el que se debería elaborar para luchar contra la pobreza, la desigualdad y la exclusión social, así como –entre otros- el plan nacional para superar la violencia social y la criminalidad. Así, los organismos propuestos enfrentarán la gama de la problemática social, haciendo uso de los instrumentos correspondientes, manejando agendas variadas, pero sobre todo estableciendo lógicas concertadas de intervención multisectorial. El resto de sectores, públicos y privados, serán los gananciosos porque tendrán ese factor cohesionador y catalizador de la acción social.

7° Finalmente, en nuestro caso el orden de los factores sí altera el producto. La labor de organización y promoción del desarrollo social, deben partir de abajo hacia arriba. Impulsando un proceso de atención por el sector público de las exigencias de las comunidades organizadas. De manera que sean ellas las que determinen que programas sociales reciben, y no los funcionarios de cuello y corbata quienes tomen –fría y matemáticamente- esa decisión. No se trata sólo de llevar los funcionarios al campo, sino que sean los actores sociales los que realmente tomen las decisiones sobre lo que quieren y es mejor para su proyecto de desarrollo.

Ojala que así sea.

viernes, 5 de agosto de 2011

ECONOMICISMO, ENFERMEDAD INFANTIL DEL DESARROLLO

En el Perú se ha planteado la necesidad de crear el ministerio de Desarrollo e Inclusión Social, como una de las formas de posibilitar que los beneficios del crecimiento lleguen a los más pobres. Deseo que se ha expresado con absoluta claridad en las urnas en el último proceso electoral.
El detalle se encuentra ahora en la forma que tomará dicho ministerio, de manera que pueda asegurarse en serio que el progreso llegue a los más necesitados.
Lo primero que debería asegurarse es que el nuevo ministerio no se convierta en una sucursal del Ministerio de Economía y finanzas, en tanto y en cuanto se considere que el solo hecho de repartir dinero, bajo distintas denominaciones de programas, ya es posibilitar la superación de la situación de pobreza. A ello es lo que denominamos como economicismo, que ha venido a convertirse en el garrafal error que cometen quienes creen que sólo la economía es el pivote del desarrollo.
Y he aquí una segunda condición, fundamental si se quiere lograr verdaderos resultados, el saber cuál será el enfoque por el cual se definirá la pobreza, ¿sólo en función a ingresos, a necesidades básicas insatisfechas? ¿Se considerarán las capacidades, los aspectos multidimensionales?
El reparto de dinero, está demostrado, es la creación de un nuevo tipo de dependencia, que en algunos casos es manipulado clientelarmente entre la población beneficiaria. Respecto a las necesidades básicas insatisfechas, los criterios con que se atienden estas exigencias no siempre corresponden a las prioridades de desenvolvimiento de las comunidades, por lo que las obras terminan siendo abandonadas por aquéllas.
Caso distinto es el de las capacidades, individuales y colectivas, porque esencialmente no sólo se atienden necesidades inmediatas, sino porque también se prepara a la comunidad para asumir autónomamente su desarrollo, más allá de los enfoques que le den los órganos interventores. El desarrollo de capacidades exige una intervención multidisciplinaria y multisectorial, es decir no sólo se reparte dinero, fundamentalmente se forma capital social, desde los núcleos familiares hasta las redes comunitarias. Lo que implica un trabajo sostenido de recuperación de la autoestima y los valores de cooperación y reciprocidad, que no se logran solamente con cartelones y afiches.
Todo ello, está circunscrito a lo que hemos venido en llamar una política social de nuevo tipo, donde no sea solamente el Estado el que se movilice, sino también se incorpore la Sociedad Civil y la empresa privada. Ya que, como es obvio, la generación de una dinámica liberadora de energías individuales y colectivas, debe encontrar rutas de escape y canalización de iniciativas en la sociedad amplia. La figura con lo que quisiera comparar este proceso, si es fallido, es el de las nuevas avenidas que se han modernizado en Lima, pero que terminan en sendos cuellos de botella, en los que se genera también grandes conflictos y frustraciones.
Es por esta razón, que consideramos que la dinámica a impulsar es la del Desarrollo Social, porque no es sino la sociedad en su conjunto la que debe movilizarse para superar sus problemas sociales. Y tendrá que ser así inequívocamente por los sucesos que se presentan ya cotidianamente en la sociedad peruana. La anomia avanza cada día más en el país, debiendo ser tratada por la política pública social.
Creer que con más cárceles o represión se detendrá ésta, es equivocarse. Es como pensar que la pena de muerte detiene los asesinatos. No es así. Se requiere de una política que sancione y reprima el delito, es cierto, pero también de una que lo prevenga y elimine las causas de su nacimiento. Eso es deber irrenunciable del Estado.
El nuevo ministerio de Desarrollo e Inclusión Social, al pretender ser el rector y organizador de la política social, debe asumir estos retos. Y desde la sociedad civil hemos de ser actores y vigilantes de que ello sea así.