martes, 18 de enero de 2011

EL DESARROLLO SOCIAL.

INTRODUCCIÓN

En el Perú y América Latina estamos comprometidos desde mucho tiempo atrás en la tarea de lograr la superación de nuestras dificultades sociales, por las cuales somos países con capacidades limitadas, bajos niveles de vida y sumamente vulnerables a los vaivenes políticos y económicos internacionales. A esta situación se le ha venido a llamar subdesarrollo, neocoloniaje, dependencia, retraso económico, entre tantas otras definiciones más.
Sin embargo, nuestros países latinoamericanos, siempre han luchado contra esa situación, intentando superarla de diversas formas, aplicando distintas estrategias. Muchas de las veces importadas como modelos foráneos. Siendo la gran mayoría de ellas de carácter economicista. Es decir con predominancia de los factores económicos sobre los sociales, culturales y políticos, en total desacuerdo con la multivariada y mestiza realidad nuestra.
Desde fines de los años 40 del siglo pasado, se ha intentado insertarnos en una dinámica de desarrollo que partía del principio que el aspecto prioritario y fundamental para la superación de nuestra problemática era lo económico. En esa línea, se han invertido miles de millones de dólares en impulsar programas y proyectos de ese tenor. Empero, los resultados siempre terminaron siendo limitados. Progreso para algunos, frustraciones para otros.
En épocas recientes, el modelo impuesto por el Consenso de Washington, estableció políticas que suponía llevarían a lo que podría denominarse el desarrollo del país, vía la liberalización de los mercados, la atracción de la inversión externa y la aplicación de políticas de compensación social. Todo ello, en un contexto de reducción a su mínima expresión del Estado. Los hechos han demostrado que esa fue una política nefasta para nuestros países. Habiendo logrado, por ejemplo, que la pobreza al fin del siglo XX afecte a más del 50% de la población nacional. Ni qué decir de los niveles de la desigualdad, incrementados en todo el sub continente, haciéndonos el de mayor desigualdad en todo el Mundo. Estos resultados no se debieron necesariamente a la deficiencia en la aplicación de las políticas, fueron producto de los errores estructurales del modelo que se creyó infalible.
Para tratar de enmendar estos hechos, se han venido a formular los llamados Enfoques. Los Enfoques han devenido en un conjunto de procedimientos con un eje articulador, con el cual se pretende resolver un tipo de problema priorizado, no suponiendo necesariamente una atención integral de la problemática social. Es así como existen diversos enfoques, a saber, el Enfoque de Capacidades, vinculado al desarrollo humano, el Enfoque de Derechos, relacionado con los derechos humanos, el Enfoque del Desarrollo Territorial, el Enfoque de Género, el Enfoque de Necesidades Básicas, entre otros. El gran problema de los enfoques, tal como se han venido aplicando, es el de la visión parcial de la realidad. Y, como veremos más adelante, los problemas no se resuelven con intervenciones parciales.
Frente a ese panorama, se ha hecho necesaria la formulación de un modelo que sea capaz de superar las limitaciones de lo hasta hoy existente. A ese modelo lo denominamos de Desarrollo Social. Por razones que explicamos en este ensayo, consideramos que la promoción del Desarrollo es de carácter integral, correspondiendo esa labor a la sociedad en su conjunto, por un lado, como al íntegro de espacios que se dan en la Sociedad, por el otro. Nuestra perspectiva es holística, Sistémica, pero también humana. La Sociedad es un Sistema, pero éste está integrado por seres humanos, con sus propias dinámicas de vida, que la hacen totalmente versátil e innovadora.
Desde aquí propulsamos que el Modelo alternativo sea más que un Enfoque. Debe ser capaz de enfrentarse al tecnicismo instrumentalista del economicismo que cree que todo se somete al cálculo monetario. Los economicistas de la política social, han reducido todo a presupuestos, indicadores de gasto y programas de monitoreo, muy poco se han preocupado en certificar si los supuestos sobre los cuales se han construido los programas sociales generados a su sombra, realmente son capaces de alcanzar los objetivos formulados. Lo que es peor, muchas veces, carecen del concepto epistemológico fundamental de definición e identificación del sujeto social sobre el que se pretende actuar. Para ellos, la persona no es sino un número, no es sino un objeto, no forma parte de un grupo social. Para ese tipo de tecnócratas la sociedad es una entelequia. Nada más equivocado, la sociedad peruana se ha podido construir al margen del economicismo, al margen de los tecnócratas, su riqueza es histórica y social, reconocida por lo que se ha logrado al margen del Estado y la economía moderna. Y sin embargo, esos aspectos no existen comúnmente en los programas sociales de viejo cuño, carentes de real visión de desarrollo y superación del estado actual de cosas.
El presente trabajo, preliminar a uno mayor en el que estamos involucrados desde tiempo atrás, es una reflexión crítica y parcial sobre la necesidad de dar un paso adelante en la promoción del desarrollo. En una primera parte, realizamos una apretada evaluación de la situación en que se encuentra la realidad peruana. Mostramos aspectos olvidados por los gestores de políticas, que lamentablemente sólo se acostumbraron a tener una visión reducida de la realidad peruana y, hasta podríamos decir, latinoamericana . La Agenda que se desprende de ella será mucho más amplia que la de la moda imperante.
La segunda parte, intenta volver sobre los orígenes del problema social, la concepción de la sociedad y su desenvolvimiento. Y es que no se puede atacar una enfermedad sino se conoce primero al paciente y su morfología y dinámica de vida. Lo más raro es que los enfoques predominantes generalizan sobre realidades que son muy específicas, razón por la cual luego sus intervenciones fracasan. La crítica por tanto debe ser muy radical y por tanto epistemológica. Mucho se habla de la pobreza y muy poco del pobre o de la pobre. Es sintomático que los “pobretólogos” sean generalmente economistas, cuya principal característica sea reducir el fenómeno a unas cuantas ecuaciones, porque el resto es ceteris paribus. Es decir se presume que se encuentra estático, sin capacidad de influir en el desenvolvimiento de los hechos sociales. Por esa vía, los problemas se resuelven “solos” o no se resuelven nunca. Sino, veamos cómo la extrema pobreza resulta siendo calificada como “estructural”, es decir “difícil” de resolver .
La tercera parte, está referida a la recuperación de un debate postergado desde años atrás, el del desarrollo como liberación. Es decir el de un desarrollo que parte de una realidad concreta, de un diagnóstico de la evolución histórica, de la construcción de actores sociales, de la determinación de visión, misión y varios objetivos. Por ello, esa propuesta de desarrollo puede ser catalogada de liberadora, porque está engarzada a una realidad social cuyas potencialidades se quieren desplegar íntegramente, superando las cadenas que la han venido atando a un pasado vergonzante.
La cuarta parte, intenta esbozar los principios fundamentales sobre los cuales se debe construir una alternativa nacional de desarrollo que sea capaz de asimilar lo positivo de los enfoques existentes, creando sinergias positivas con ellos, pero sometiéndonos siempre a nuestra cruda realidad. Ha sido imperativo, construir una definición procesal del Desarrollo Social, desde la cual se diseña la estructura que ha de tener el modelo totalizante, o el Modelo articulador de todos los enfoques, si se insiste en ese instrumento.
Como dijéramos al principio, el documento que se tiene ante si, no es sino un preliminar de una investigación más amplia que, con la profundidad académica requerida, sustentará con solvencia sus aseveraciones. Por el momento, deseamos abrir paso a la polémica, a la reflexión, a la autocrítica, al cambio de actitudes. El periodo de cambio de autoridades políticas nos da la oportunidad de hacer replanteamientos, de hacer ajustes y replantear lo que estuvo herrado. Como seres humanos que somos tenemos derecho de equivocarnos, pero eso que es un derecho, trae consigo la obligación de reconocerlo y de iniciar el proceso de reformular modelos. Si este solo hecho se lograse ya podríamos darnos por plenamente satisfechos.

Lima, 20 de septiembre del 2010.